El valor de querer y de ser feliz

El valor de querer y de ser feliz

  • 8 de mayo de 2023

“Los valores son horizontes de referencia que nos invitan a vivir una vida más humana, más llena y más abierta en los otros.”

Estas maravillosas palabras forman parte de la sinopsis del libro Cien valores para vivir (Pagès Editors) de Francesc Torralba, filósofo, teólogo y profesor de La Salle Campus Barcelona, y nos ayudan a dar el pistoletazo de salida del tema de hoy: los valores y la felicidad.

Para hablar de los valores y su importancia, os proponemos una metáfora muy visual:

Los valores son los ladrillos con los cuales construimos nuestro hogar (nuestra manera de ser y estar en el mundo). Ésta, como cualquier hogar, tiene diferentes habitaciones –la moral, la razón, el deseo, la emoción, los miedos…–. La calidad de los valores con que construimos nuestra casa conlleva una mayor resistencia y bienestar ante las adversidades.

Si tenemos valores inestables, fácilmente quebrantables, nuestra casa se hundirá: decaerá la moral y la voluntad, la razón se perderá y las emociones y los miedos camparán a sus anchas.

En cambio, si tenemos unos valores fuertes y estables, nuestra casa resistirá los embates de las dificultades, ayudándonos a encontrar cobijo entre nuestros principios y las soluciones que necesitamos entre las distintas habitaciones.

Entonces, ¿cuáles son los ladrillos que harán fuerte nuestra casa?

Los valores cristianos hoy

Las enseñanzas de los Evangelios, a pesar de su antigüedad, son muy vigentes hoy en día y contienen muchos consejos que nos pueden ayudar a vivir en la sociedad actual y hacerla más amable, más bondadosa y más constructiva, independientemente de la orientación religiosa de la persona.

Algunos de estos valores que podemos tener cerca en nuestro día a día son:

La caridad y el servicio a los otros: voluntariado, donaciones, aplicar la bondad y la compasión en nuestro día a día, preocuparnos por lo que hay a nuestro alrededor más allá de nosotros mismos.

El perdón. Como práctica de sanación de las relaciones, pero también como práctica preventiva –si lo entendemos como empatía y comprensión–, como busca de soluciones pacíficas y constructivas para la resolución de conflictos.

La espiritualidad. Desde la reflexión y la contemplación, con prácticas como la meditación, la escucha, una vida más contemplativa que nos ayude a conectarnos con algo más grande que nosotros mismos.

La esperanza. No una esperanza ingenua y pasiva, que espera sin hacer nada a que todo vaya bien, sino una esperanza proactiva que desde la sabiduría y la ética, toma decisiones que sembrarán un futuro más justo. Una esperanza que no se deja vencer por las adversidades, sino que confía en uno mismo y en los otros.

El amor: el arma más poderosa. La constancia del amor es más fuerte que cualquier otra estrategia. Querer y dejarse querer.

La hospitalidad. Tratar a los otros como querríamos que nos trataran: con respeto, compasión, escucha, generosidad y fraternidad.

La honestidad. El valor de la verdad para combatir las injusticias y defender los derechos de aquellos que obran con el objetivo del bienestar colectivo.

El coraje. Para combatir los miedos, los desafíos, para amar a pesar de las dificultades, para ser generosos a pesar de la escasez. Para vivir en un mundo tan complejo como el de hoy en día con un ánimo positivo, se tiene que tener mucho coraje.

El compromiso. Con obrar correctamente, con nuestros principios y con los otros. Sin la capacidad de comprometerse, es casi imposible sembrar acciones futuras.

Las 4 virtudes del estoicismo

La búsqueda de aquellos valores que nos llevan a conseguir una felicidad plena ha sido compartida en todo el mundo y a lo largo de la historia por varias culturas y religiones, desde la Antigua Grecia hasta los filósofos contemporáneos.

La felicidad –entendida no solo como bien propio sino como justa medida del tener, del ser y del estar en el mundo – se podría decir que es la “gran búsqueda” del ser humano.

En la Antigua Grecia, encontramos a los estoicos, filósofos que centraban su estudio en la felicidad y la tranquilidad interior a través de la razón, la virtud y la aceptación de las circunstancias que no podemos controlar. Entre ellos destacan Cicerón, Epicteto, Séneca y Marco Aurelio.

Según los estoicos, hay cuatro virtudes fundamentales que se tienen que cultivar para conseguir la sabiduría y la paz interior: la prudencia, la justicia, la templanza y la fortaleza.

La prudencia

Es la virtud que nos permite tomar decisiones correctas y sabias en nuestra vida diaria. No todo aquello que es correcto tiene porque ser sabio. La sabiduría implica el conocimiento justo de las cosas a un nivel más profundo. Por eso la prudencia requiere de reflexión y contemplación para desarrollarse. Nos ayuda a mantenernos dentro de nuestros principios y a no caer en la incoherencia.

La justicia

Nos lleva a tratar a los otros con equidad y respeto, evitando la discriminación y las decisiones parciales. Para ser justos, hay que ser honestos –con nosotros mismos y con los otros– y consecuentes con nuestras decisiones.

La templanza

Nos permite controlar nuestros impulsos y deseos, que no quiere decir reprimir, sino templar. La templanza nos ayuda a evitar el exceso y la indulgencia, a mantenernos más en el centro y en equilibrio.

La fortaleza

Nos lleva a enfrentar los desafíos de la vida con valentía y determinación. La fortaleza se nutre de la confianza, de la resolutividad y de la resiliencia. La fortaleza no significa no tener miedos, sino ser capaz de afrontarlos, y a pesar de no superarlos, perseverar para que no obstaculicen nuestros propósitos.

¿Qué valores enseñamos en La Salle Bonanova?

En la escuela desde P3, enseñamos niños y niñas a cultivar su mundo interior, para que tengan una interioridad rica en gestión emocional, en equilibrio y capacidad de escucha; los educamos para que la generosidad y el respeto sean la herramienta de interacción básica, y para que busquen hacer del mundo un lugar mejor a través del bienestar colectivo.

Algunos de nuestros valores fundamentales son:

  • Valorar y querer a los demás tal como son, desde el respeto
  • Actuar desde la paz y por la paz
  • Actuar con sabiduría, con el justo conocimiento de las cosas
  • Saber perdonar, liberándonos del resentimiento
  • Ayudar a los otros, sin esperar recibir una compensación
  • La integridad (coherencia entre lo que se piensa, se dice y se hace)
  • La sencillez de forma y de hacer: evitar las apariencias
  • La humildad y la honradez
  • El diálogo sincero desde el respeto
  • Compartir los éxitos y las dificultades
  • La generosidad: darse a los otros

Jesús y San Juan Bautista de la Salle: dos referentes en valores

En la Salle basamos nuestra pedagogía también en la obra de dos grandes personajes que inspiraron y mejoraron la vida de miles de personas: estamos hablando de Jesús y Sant Joan Baptista La Salle, el fundador de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, y fundador de La Salle. Lejos de comparaciones, queremos hablar de conexiones entre estos dos personajes separados por siglos de historia.

Ambos, de maneras diferentes, construyeron y siguieron un código de valores basado en el servicio a los otros, al hacer el bien para conseguir que las personas pudieran ser libres y vivir en armonía con ellas mismas y con los demás.

Nos enseñaron que si queremos cambiar algo de la sociedad en que vivimos, tenemos que dar lo mejor de nosotros, sin caer en querer ser mejores que los otros, sino ofreciendo, sin pretensiones ni prejuicios, aquello en que somos excelentes, aquello que hace que nuestra alma se manifieste. En definitiva, aquello que nos procura felicidad verdadera, aquello dónde somos felices en el sentido etimológico de la palabra, felix, que significa “que da frutos, exuberante”.

El valor de ser felices

Para concluir este viaje, queremos expresar que a nuestro modo de entender, para ser felices, se requiere del valor –entendido como coraje– para integrar un conjunto de valores (los ladrillos del principio) con los cuales dar forma a nuestra manera de ser y estar en el mundo. Y decimos que se tiene que tener coraje, porque implica una búsqueda más profunda dentro de nosotros mismos,pero también una búsqueda más vasta hacia el mundo que nos rodea, contemplando las consecuencias de nuestras acciones, las conexiones con los otros y las reverberaciones de nuestras decisiones presentes en el futuro.

Deseamos que estas palabras os hayan invitado a reflexionar y a buscar desde los valores, una felicidad plena.

El Equipo de La Salle Bonanova

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